Hace apenas unos días ocurrió un nuevo
desastre en Esmeraldas, producto de un gigantesco deslave en el sector
Tabete de Chigue, en la parroquia Chinca. Dos viviendas y sus 13
ocupantes quedaron sepultados.
Apenas a 2 metros del deslave pasa el
Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), que en esta parte ni siquiera cuenta
con la válvula de retención obligada por la Ley de Hidrocarburos para
zonas pobladas, con lo que en caso de rotura del ducto el desastre
habría sido aún peor.
La gente de la zona dice que cuando se
bombea petróleo por el OCP se siente en la colina la vibración. Los
moradores de Tabete anticiparon al OCP su preocupación mediante una
carta enviada el 14 de mayo del 2012 en la que solicitaban que busquen
por dónde sacar las aguas y no las tiren hacia Tabete, pero nunca se les
hizo caso. La comunidad también le explicó al OCP que había
deslizamientos de tierra y que piedras y lodo bajaban de la montaña
hacia las casas, anticipando un posible desastre.
Durante la construcción del OCP se
advirtió sobre el riesgo de una construcción de este tipo en zonas de
suelos deleznables. Es posible que la misma construcción del OCP haya
contribuido a hacer más inestable el suelo. El consorcio OCP no tomó
medidas de prevención. No construyó las terrazas o cortes que se suelen
hacer para evitar la erosión, que contengan los movimientos o
deslizamientos de tierra, tampoco reforestó o tomo medidas para
reafirmar el terreno.
Muy cerca de allí, 15 días antes,
ocurrió un derrame calculado en 5 500 barriles de petróleo en el río
Winchele, producto de una rotura en el OCP, que contaminó extensas áreas
justamente por las abundantes lluvias. De acuerdo a la Dirección de
Gestión Ambiental del Municipio de Esmeraldas “Quienes alertaron a las
autoridades fueron los moradores que escucharon una suerte de explosión
cuando de repente se rompió el tubo".
Este derrame y deslave del OCP en
Esmeraldas, nos hace recordar aquel que ocurrió en marzo del 2009 en
Santa Rosa Napo, apenas 5 años después de inaugurar el tubo, que según
se dijo contaba con “tecnología de punta,”
Las declaraciones oficiales del
consorcio OCP afirmaron que “A más de la certeza de haber instalado el
oleoducto en terrenos estables que garantizan la seguridad de la obra,
el oleoducto cuenta con 64 válvulas de línea integradas al sistema de
control y monitoreo (SCADA) que funciona a través de un sistema de fibra
óptica o de ser necesario de un enlace satelital”. Este derrame en
Santa Rosa Napo fue explicado como "un fenómeno natural, que causó un
esfuerzo extremo en una tubería", sin embargo su sistema de monitoreo en
este caso tampoco funcionó, pues el derrame fue identificado y dada la
voz de alerta, por campesinos del lugar.
La política gubernamental en tiempos
del OCP desoyeron las voces de crítica y las alertas dadas. La
interpelación de la política gubernamental por construir el OCP generó
una fuerte reacción por parte del régimen, que veía en este proyecto el
eje de su proyecto "modernizador". La descalificación a quienes
criticaban esta obra se hizo presente: “extremistas”, “verdes malos”,
junto a afirmaciones de que “cuatro majaderos no van a joder al país".
Solo años después, además de los
impactos de los derrames, se reconocería que el OCP estaba perjudicando
al Estado porque se inflaron costos, no se cancelaron impuestos, y la
inversión de las empresas socias fue del 3 por ciento, equivalente a $
55 millones, cuando debió ser del 20 por ciento, es decir $ 300
millones, según afirmaciones del SRI.
La política de ignorar a las
comunidades, descalificar a quienes hacen críticas, esconder las
responsabilidades detrás de los fenómenos naturales y de impulsar
proyectos devastadores bajo la figura de la modernidad es,
lamentablemente, más común de lo que se cree.
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